De noviembre a marzo, los quebequenses viven al ritmo de su buen humor, que el invierno nunca ha podido vencer. Si se une Vd. al torbellino de la estación blanca, verá cómo los quebequenses han sabido controlar sus saltos de humor inventando actividades que los llenan de vida.
Paseos en esquí al pié de las colinas, descensos nocturnos de las pistas, trepidantes recorridos en motonieve o marchas tranquilas con raquetas entre los pinos, todo sirve de pretexto para hacer frente al invierno.
Es también la estación de experiencias inusitadas, como el paseo en trineo tirado por perros, la pesca bajo el hielo, la recogida de la sabia del arce o la observación de focas en las islas de la Madeleine.
En la ciudad el invierno es también atractivo. Después de patinar en los estanques helados, asista a una partida de hockey sobre hielo, el deporte nacional de Quebec, vaya de compras a las galerías subterráneas o participe en los numerosos carnavales y fiestas de invierno.
¡En Quebec el invierno no es una estación muerta, sino una estación viva!